ADULTOS

  • "Siento que estoy bloqueado desde hace tiempo"
  • "No se como relacionarme con los demás"
  • "Me estoy aislando, lo estoy perdiendo todo"
  • "Tengo miedo de decir lo que pienso"
  • "Quiero ser normal"
  • "No puedo controlarme"
  • "Me paso el dia llorando y duermo mal"
  • "Postergo todo lo que tengo que hacer"
  • "Veo que todo el mundo es feliz y yo no"
  • "Cuando me dan ataques de ansiedad, siento que me voy a morir"

Es posible que, en algún momento, hayas tenido pensamientos de este tipo. Estas frases constituyen un pequeño ejemplo de lo que nos ocurre a lo largo de nuestra vida.

Nacemos con unas características únicas, crecemos en entornos y entre estilos diferentes donde formamos nuestra identidad como adultos. Todos distintos pero con un deseo prácticamente común: tener una vida plena y satisfactoria.

Pero ese camino hacia la vida plena y satisfactoria no siempre resulta fácil. Por múltiples razones. Algunas veces encontramos obstáculos difíciles de superar. Una pérdida, una separación, una experiencia traumática, un problema laboral, una enfermedad, un dolor crónico... pueden llegar a ser paralizantes. Otras veces, y sin aparentes motivos, nosotros mismos nos desenfocamos y centramos nuestra atención hacia pensamientos, anticipaciones, emociones y sensaciones fisiológicas que nos atrapan en el malestar. Y no sabemos cómo salir.

Podemos llegar a perder nuestros objetivos en la vida, nuestras aficiones, las personas a las que queremos y nos quieren, el sentido de nosotros mismos y, así, nuestro deseo de una vida plena y satisfactoria se convierte en los términos que todos conocemos como ansiedad y estrés, depresión, obsesiones y fobias, baja autoestima, falta de deseo y motivación general, dependencia emocional, adicciones de diversa índole o falta de ganas de vivir.

Sin embargo, y aunque a veces nos cueste creerlo, estamos naturalmente preparados para afrontar las dificultades que encontramos a lo largo de ese camino. Podemos identificar aquello que nos gusta y buscar repetirlo, incluso mejorarlo. Identificar cosas o experiencias que nos enfadan, nos dan miedo o incluso asco, nos ponen tristes o nos quitan las ganas de todo. También nuestra capacidad para sorprendernos nos ayuda a descubrir que siempre hay algo nuevo. ¡Y mucho más!

Gracias a este sistema incorporado que tenemos, podemos cambiar el rumbo y protegernos. Esto es, precisamente, lo que fortalecemos y entrenamos en el proceso de la terapia.

Es normal encontrarnos en una de estas situaciones, prácticamente a todas las personas nos va a ocurrir alguna o varias veces a lo largo de nuestra vida.

Uno de nuestros mejores recursos como seres humanos es nuestra condición social. Nos dirige saludablemente a pedir ayuda. Si no nos encontramos bien, ¿por qué no hacerlo? Lo intentamos, claro.

Lo más natural es pedir ayuda a nuestra familia, pareja, amigos, nos suelen ayudar. Pero, en ocasiones, ocurre que los vínculos afectivos influyen en cómo nos ayudamos y podemos llegar a sentir confusión sobre esa ayuda. Podemos sentirnos incomprendidos, juzgados, presionados… Es entonces cuando puede ser de utilidad buscar ayuda profesional.

Alguien que empatice con tu situación sin juzgarla, escuchándote de manera activa, ayudándote a analizar la experiencia que estás atravesando, ofreciendo un espacio de intimidad y confianza, construyendo, en definitiva, una alianza contigo que te permita definir objetivos, canalizar recursos y emprender las acciones a llevar a cabo para volver de nuevo al camino deseado.

Si este es tu caso, desde El Viso Psicólogos podemos ayudarte.

En nuestro equipo puedes encontrar la persona que te ayude a generar el cambio que buscas con un trato cálido y profesional.

VER TODOS

SOLICITA INFORMACIÓN

Pide cita o pregúntanos cualquier duda,
¡Te atenderemos encantados!

SUBIR