¡Buenos días, querid@ lector!
Si tu crush te indica que no quiere tener una relación contigo y prefiere que seáis solo amigos… ¿conlleva aceptar o resignarse? Si tu jefe te demanda objetivos inalcanzables, ¿aceptas o te resignas? Si tu grupo de amigos decide organizar las vacaciones en un destino de playa cuando prefieres montaña, ¿estás aceptando o resignándote?
Hoy te traemos un artículo en el que planteamos conceptos relacionados con la aceptación y la resignación, aparentemente similares pero con grandes diferencias entre sí. Entender y entrenar lo que te mostramos a continuación, te ayudará a tener una visión más ajustada del mundo y de ti mism@, para poder gestionar los acontecimientos eficazmente.
¿Qué diferencia la aceptación y la resignación?
Te lo mostramos en el siguiente cuadro:
ACEPTAR | RESIGNARSE |
Aceptar algo que no se puede cambiar | Aceptar algo que sí se puede cambiar |
Actitud activa y de cambio | Actitud pasiva y de derrota |
Si… No depende de nosotros y/o no lo podemos cambiar, la estrategia adecuada es: Soltar, dejar de luchar, convivir con ello. |
Se trata de una estrategia inadecuada. Podemos, en su lugar, tomar una estrategia funcional:
Si… Sí depende de nosotros y sí lo podemos cambiar, la estrategia adecuada es: Pasar a la acción. |
Nos puede “no gustar” un acontecimiento externo (ej.: el clima, la pandemia, las ideas/creencias/decisiones de otros…) o interno (como una emoción que no queramos sentir; ej.: envidia); pero intentar juzgar o luchar contra cuestiones que no dependen de nosotros, nos aleja del bienestar.
En ambos ejemplos, no depende de nosotros la aparición o no de dichos eventos. En el primer caso, con el clima, lo vemos claro. En el segundo, con las emociones, sabemos que no podemos controlar lo que sentimos (aceptación), pero sí qué hacemos con lo que sentimos (de mí depende responsabilizarme de ello, autorregularme de forma funcional y emprender las acciones pertinentes).
Sí puedo indicarme que “me sorprende”, que “no me gusta estar sintiendo lo que siento” o que “no me siento cómodo/a teniendo esa emoción”, pero asumo que la aparición o no de la misma, no depende de mí. Adopto así un rol de observador, como quien ve una escena en una película que le desagrada, pero en ningún momento trata de modificar la película como tal (porque uno no tiene ese poder, no depende de uno), sino que se limita a aceptar que la escena es así. Como comentábamos, aunque no podamos controlar lo que sentimos (emociones), sí podemos controlar qué hacemos con lo que sentimos (nuestros comportamientos). En este caso, podríamos emprender acciones como apagar la TV, cambiar de canal… o bien, continuar a la espera de una nueva escena.
“Observar sin juzgar”
Desde la perspectiva de la aceptación, nos referimos a la observación de la realidad sin entrar en juicios de valor. Ej.: Observar las nubes y percibir cómo van cambiando de forma, a modo descriptivo, sin entrar a valorar si es más o menos correcta mi apreciación de las diferentes figuras. En ese momento, activamos un “rol observador” y callamos a nuestro juez interno o “Pepito Grillo”.
Aprender a “soltar”
La aceptación sugiere que delimites lo que sí depende de ti y lo que no depende de ti, así como que “sueltes” aquello que no depende de ti y por tanto, no es tu responsabilidad. Aceptar no significa conformarse, tampoco que estés o no de acuerdo, significa que dejas de intentar luchar/ cambiar/ entender/ controlar algo a lo que no tienes alcance (al menos, en ese momento).
Quien se envuelve en la peonza de los porqués, pierde perspectiva. Aprender a soltar nos acerca al bienestar y a la productividad. De este modo, rediriges tu atención, recursos y tiempo hacia lo que puedes hacer (acción).
En definitiva, aprender a aceptar, resulta de gran utilidad para gestionar acontecimientos tanto externos como internos que nos desagradan, no entendemos o no podemos controlar.
Entrenamiento de la aceptación radical
Practiquemos a continuación la aceptación radical (“aceptar algo que no puedo cambiar”), sin juzgar ese momento o meterte demasiado en el bucle de los porqués.
A base de entrenar este recurso, generarás habilidad para “aceptar radicalmente”, de modo que poco a poco, podrás ir generalizándolo a cuestiones que te generen una mayor dificultad. A continuación, tienes algunos ejemplos para poner en práctica “la aceptación radical” en el día a día:
- Lee una historia polémica en un periódico por Internet sin juzgar lo que ha ocurrido. Simplemente, limítate a quedarte con la información y bloquea juzgar si es correcta / no, si está bien gestionado / no. Igualmente, puedes practicar este ejercicio cuando veas las noticias, especialmente si se trata de una noticia que te genera rechazo.
- La próxima vez que te quedes atrapado en un atasco o parado en el transporte público, espera sin mostrarte crítico. Acepta que no puedes controlar el atasco, la red de metro o lo despacio que avanza el conductor… simplemente, céntrate en aquello que puedas controlar tú (seguir centrado/a en la lectura, llamar a un amigo, observar el paisaje, escuchar una canción que te guste…).
- Emplea frases de aceptación, como:“todos los acontecimientos han conducido hasta aquí”, “no puedo encontrarle explicación a todo”, “no puedo llegar a entender todo”, “esto no depende de mí”, etcétera.
- Practica el mindfulness formal o informal. A continuación, se proponen dos prácticas informales de mindfulness. Se invita a redirigir la atención a lo que propone cada ejercicio. Si se te desvía la atención, el ejercicio está igualmente bien hecho, simplemente, consiste en observar que se te ha desviado la atención y devolverla de forma compasiva a tu cometido, tantas veces como sea necesario. ¿Que tienes que volver 5 veces? Perfecto. ¿Que tienes que volver 259 veces? Perfecto también.
1) Mindfulness informal –> Escucha consciente: “Atención plena a los sonidos de mi alrededor”. Este ejercicio consiste en escuchar de manera consciente los sonidos de nuestro entorno. No nos referimos únicamente a oír… no. Se trata de escuchar, dejando a un lado las percepciones exteriores, sin juzgar como agradables o desagradables los sonidos que captemos. Simplemente, abrirse a la experiencia, escucharlos y dejarse llevar. Puede ser el canto de un pájaro, el ruido del agua del grifo, los pasos de los vecinos, el sonido de un motor de un coche… sólo detente unos segundos, escucha de manera consciente.
2) Paseo mindfulness à Paseo consciente: “Con los 5 sentidos”. Se trata de una variante del ejercicio anterior, dando protagonismo a los 5 sentidos. Por ejemplo, cuando vayas paseando, mira a tu alrededor con los ojos del turista (que ven belleza donde todos ven rutina), observa lo que ves, fíjate en los colores, texturas…; escucha, fíjate en el cantar de los pájaros, el murmullo de la gente; siente los rayos de sol, la brisa azotándote la cara; huele, disfruta del aroma de las flores, del tostado de la panadería; saborea el zumito que te estás tomando… También puedes hacerlo mientras comes, te duchas, tomas café… ¡todo vale! En definitiva, estar en el aquí y el ahora, con atención plena al momento presente.
Terapia presencial y online.
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