“Cómo dejar de ser perfeccionista”, “la trampa del perfeccionismo”, “perfeccionismo y ansiedad”, “la imperfección del perfeccionismo”… ¿Cuál es el título más “perfecto” para presentar este artículo?
Tras varias vueltas al asunto, un café e incluso un comodín del público, te decantas (¡por fin!) por uno de ellos. Va, va, “la trampa del perfeccionismo”, ¡genial! Pero de pronto… llegan las dudas en forma de pensamientos intrusivos: “¿y si era mejor el anterior? ¿y si realmente no describe perfectamente lo que busco? ¿le gustará a los lectores? Bueno, quizás el primero era la mejor opción”. Lo cambias y vuelta a empezar. Y así, sin apenas darte cuenta, te ves envuelto en el círculo vicioso del perfeccionismo.
¡Basta! El perfeccionismo, a veces, puede resultar un verdadero martirio. A más vueltas al círculo del perfeccionismo, mayor frustración, malestar e ineficacia, ¿te suena?
Existen varias definiciones de perfeccionismo, una de las más difundidas es la “tendencia a establecer altos estándares de desempeño en combinación con una evaluación excesivamente crítica de los mismos y una creciente preocupación por cometer errores” (Frost, Marten, Lahart & Rosenblate, 1990).
Históricamente ha sido considerado un rasgo eminentemente negativo asociado a factores problemáticos, pero no es necesariamente un rasgo patológico… sino que en muchas ocasiones, se encuentra asociado a características ligadas al bienestar psicológico (Rice, Ashby & Slaney, 1998; Rhéuame, Ladoucer & Freeston, 2000; Terry-Short, Owens, Salde & Dewey, 1995).
Entonces, ¿es el perfeccionismo tan malo malvado? Noooo. Podemos hablar de perfeccionismo funcional y disfuncional (Rhéuame, Ladoucer & Freeston, 2000). Fue Hamacheck en 1978 quien estableció unas primeras distinciones entre ambos.
El perfeccionismo adaptativo se encuentra asociado a características positivas, socialmente deseadas y saludable a nivel psicológico. La búsqueda de logros y el esfuerzo para alcanzarlos estarían vinculados a la satisfacción personal y un incremento de la autoestima.
Nos permite reconocer los objetivos que deseamos alcanzar, el esfuerzo que conlleva, realizar una planificación y una puesta en práctica siendo conscientes de que el fallo es ineludible en algún grado y que, al mismo tiempo, podemos tolerarlo sin que ello nos haga sentir un profundo malestar. La consecuencia de esto es que factores como la persistencia y la tolerancia al malestar se incrementan poco a poco, consiguiendo superarnos cada vez un poquito más, lo que a su vez nos hace ir teniendo un concepto de nosotros mismos cada vez mejor.
El perfeccionismo desadaptativo se caracteriza por la búsqueda de metas y objetivos extremadamente elevados, así como por un intenso temor al fracaso y evitación del mismo. Las actitudes y conductas asociadas al perfeccionismo desadaptativo traerían aparejadas consecuencias disfuncionales como una importante dificultad para sentir placer y satisfacción con los logros obtenidos y sentimientos de inadecuación (Slade & Owens, 1998).
En cierto modo, en la mente perfeccionista, existe una constante desviación hacia el error (lo que no he hecho, lo que me ha faltado hacer o podía haber hecho de otro modo), de modo que el reconocimiento por los logros queda desdibujado. La satisfacción nunca llega.
Depositamos unas expectativas poco realistas en la consecución de la meta, que además, tienden al catastrofismo: “si no lo consigo defraudaré a mi familia”, “sería el hazmerreír de la oficina”, “el jefe espera que sea el mejor”.
Además, creemos secretamente que “tenemos que” alcanzarla sin error, por lo que al mínimo fallo nos replanteamos nuestra hoja de ruta, la cambiamos una y otra vez, cambiamos también de estrategias: ante las primeras sensaciones de que “nada funciona”, nos agotamos y nos agobiamos… “esto no debería ser así”, “el resto de compañeros lo tendrán hecho ya”.
Aparece una vieja conocida, la procrastinación. Estamos cansados… y una pequeña parada no será para tanto… pero a la hora de retomar la marcha, cada vez nos cuesta más. Aparecen sensaciones de frustración, rabia, irritabilidad, tristeza.
Poco a poco, nos vamos viendo incapaces de lograr aquello que nos propusimos, ya solo sacamos las cosas a golpe de adrenalina, en el último momento ¡qué remedio!
¿Lo peor de este funcionamiento? Con cada ciclo de perfeccionismo disfuncional nos vamos haciendo intolerantes al fallo, “perdemos la paciencia” cada vez más pronto, incluso cuando conseguimos la meta propuesta, estamos tan exhaustos que ya no somos capaces de disfrutar del logro alcanzado.
Pesan más la autocrítica y las sensaciones tan desagradables que hemos tenido durante el proceso; “No ha merecido la pena”, mi capacidad de persistencia y la evaluación que hago sobre mí cada vez es más crítica.
Si el perfeccionismo disfuncional interfiere de forma significativa en tu bienestar, no dudes en pedir ayuda profesional. De este modo, aprenderás a comprender mejor los factores de origen y mantenimiento, para que no te vuelva a pillar desprevenid@; así como adquirir herramientas que te permitan modificar creencias y conductas perfeccionistas, para poder invertir tu tiempo en lo que verdaderamente importa.
Toca poner punto final…. ¿me habrá quedado bien el post? Mmmm, creo que “suficientemente bien”. ¿Se podría hacer mejor? Probablemente… ¿Y peor? También. Ahora sí, ya he descubierto la cara B del perfeccionismo, su arma de doble filo: nunca vas a estar 100% satisfech@. Aquí me planto. He cumplido, he invertido un tiempo prudencial y ahora me toca descansar y disfrutar de mi tiempo libre. ¡Hasta la próxima! ¡Nos vemos pronto!
Referencias:
Scappatura, María Luz; Arana, Fernán; Elizathe, Luciana; Rutsztein, Guillermina Perfeccionismo adaptativo y desadaptativo en trastornos alimentarios: un estudio de revisión. Anuario de Investigaciones, vol. XVIII, 2011, pp. 81-88 Universidad de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina
De Rosa, Lorena; Valle, Ariel Dalla; Rutsztein, Guillermina; Keegan, Eduardo Perfeccionismo y Autocrítica: Consideraciones clínicas Revista Argentina de Clínica Psicológica, vol. XXI, núm. 3, noviembre, 2012, pp. 209-215 Fundación Aiglé Buenos Aires, Argentina
Alta capacidad intelectual: perfeccionismo y regulación metacognitiva Sylvia Sastre-Riba. Rev Neurol 2012; 54 (Supl 1): S21-S29