Somos muchos los que recordamos programas de televisión en los que se realizaba algún tipo de hipnosis con los colaboradores del programa y, mágicamente, recordaban eventos de un pasado olvidado u obedecían las órdenes del “especialista” para nuestro entretenimiento.
Pero, ¿qué tiene la hipnosis de real? ¿Qué tiene que nos llama la atención de tal manera?
Si buscamos el término -hipnosis- en Google, veremos cómo se haya entremezclada entre dos mundos: la ciencia y lo esotérico.
Dentro del ámbito de la salud que nos ocupa, es un área especialmente proclive a las terapias y productos milagro. La hipnosis, es un buen producto por el desconocimiento de ella y el misticismo mágico que la ha acompañado tantos años.
“Deja de fumar en una sesión”, “recuerda tu infancia”, “sana tus problemas con…” son algunos de los resultados que podemos encontrarnos.
Cabe destacar, en primer lugar, que la ciencia e investigaciones sobre el uso de la hipnosis dejan claro que no es posible, por ejemplo, eliminar una adicción en tan sólo una, dos o tres sesiones, tampoco recobrar un recuerdo fiable y veraz de un suceso pasado de esta manera.
Dentro de estas creencias, una muy común en las personas que se interesan por ella es que la hipnosis es algo que se les hace a ellas; “iré, me hipnotizan, salgo curado”, algo que no requiere su participación.
Esto es un mito; los pacientes tienen que ser participantes activos en sus sesiones de hipnosis para que ésta sea eficaz. La hipnosis no es más mágica que cualquier otra técnica psicoterapéutica. Y hemos de hacer énfasis en esto: técnica psicoterapéutica, es decir, la hipnosis puede utilizarse como coadyuvante dentro de otros tratamientos para mejorar la calidad de vida, no como un tratamiento en sí mismo.
Antonio Capafons, psicólogo especialista en psicología clínica y catedrático, especialista en tratamientos psicológicos e hipnosis, explica qué informaciones deben hacernos dudar acerca de si estamos en manos del profesional adecuado y nos recuerda que, como usuarios, tenemos derecho a preguntar y obtener esta información:
- Si alguien habla de hipnoterapia, y se autodenomina hipnoterapeuta o hipnólogo, hay que dudar de sus capacitaciones, y preguntarle por su cualificación profesional.
- Si no sabe tratar el problema sin hipnosis, tampoco lo sabe con ella: la hipnosis no es una terapia si no una técnica y campo de estudio.
- Si el terapeuta promete resultados espectaculares, hay que dudar de la eficacia de su tratamiento, y preguntarle por la evidencia empírica (científica) que avala esos resultados.
- Si propone regresiones de edad, hay que dudar de su pertinencia, y preguntar por la evidencia científica que justifica tal práctica.
- Si se recuerda bajo hipnosis algo poco creíble o muy difícilmente olvidable (abusos, abducciones, torturas, etc.), hay que desconfiar de la veracidad de tal recuerdo, y recurrir siempre a un experto en hipnosis y memoria, y en el abuso o recuerdo en concreto.
Por tanto, desde las perspectivas clínica y ética, antes de la primera sesión con hipnosis es crucial llevar a cabo lo siguiente: educar al paciente sobre lo que es la hipnosis, desmitificar esta técnica, disipar los mitos y hablar sobre aquellos miedos potenciales sobre la hipnosis. Este enfoque es similar al que un clínico utiliza para presentar a los pacientes cualquier intervención médica o psicológica.
Un segundo mito es que las personas pueden perder el control de sus acciones cuando están hipnotizadas y que el hipnotizador puede hacerles decir o hacer lo que él quiera. Esto tampoco es cierto. Los pacientes pueden ignorar las sugestiones que les da el hipnotizador si así lo desean.
Un tercer mito es que durante la hipnosis, el paciente se sentirá particularmente diferente. Esto podría ser así, pero sólo cuando los pacientes esperan adoptar ese papel de buenos sujetos hipnóticos (Kirsch, 1985; Rhue et al., 1993)
Un cuarto mito es que las personas hipnotizadas no podrán “salir” de la hipnosis cuando así lo deseen. Este mito, así como el anterior, está basado en una concepción de la hipnosis anticuada en la que se define a esta técnica como un poderoso estado de trance (Kirsch, & Lynn, 1995). Sin embargo, los pacientes son participantes activos en su tratamiento y pueden continuar o dejar una sesión de hipnosis cuando quieran.
Un quinto mito es que después de la sesión de hipnosis los pacientes no podrán recordar nada sobre la misma. La amnesia post-hipnótica que experimentan algunos sujetos se da en circunstancias especiales, por ejemplo, cuando el hipnotizador sugiere la amnesia y el paciente no rechaza la sugestión. La amnesia post-hipnótica es más frecuente en el ámbito de la investigación experimental que en el clínico (Rhue et al., 1993).
En la práctica clínica, es frecuente animar a los pacientes a recordar sus sesiones para que puedan utilizar las técnicas de hipnosis por sí mismos y lograr los beneficios terapéuticos que les ayuden a resolver su problema. La hipnosis no es un medio de eliminar recuerdos.
En general, la evidencia revisada indica que la hipnosis es un coadyuvante a otras intervenciones que ayuda a los pacientes a manejar y mejorar en una amplia variedad de problemas psicológicos y médicos, así como su calidad de vida. Hay que destacar que las investigaciones han usado la hipnosis bien como única intervención bien como coadyuvante. En general, y tal como indica el meta-análisis llevado a cabo por Flammer y Bongartz (2003) para estudiar la eficacia de la hipnosis utilizada como única intervención, se ha mostrado una eficacia media para el tratamiento de los trastornos psicológicos recogidos en la CIE-10 y una baja eficacia para el uso de la hipnosis para el apoyo de procedimientos médicos.
Por lo tanto, la evidencia empírica más prometedora de la eficacia de la hipnosis se ha encontrado, en general, cuando se utiliza como un coadyuvante a las intervenciones médicas y psicológicas. Sin embargo, sólo algunos estudios cumplen criterios metodológicos rigurosos para evaluar el estatus de la hipnosis como un tratamiento (coadyuvante) eficaz, aunque habitualmente parece incrementar ostensiblemente la eficiencia de los procedimientos a los que se añade (Lynn & Green, 2000; Schoenberger, 2000).
Terapia presencial y online.
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